El 13 de marzo de 1993, una tormenta de proporciones épicas azotó Estados Unidos y Cuba, dejando un rastro de destrucción y un recuerdo imborrable en la memoria colectiva. 31 años después, la “Tormenta del Siglo”, como se la conoce popularmente, continúa resonando como un evento meteorológico sin precedentes.
Más que una simple tormenta invernal, la “Tormenta del Siglo” fue un monstruo climático que combinó nieve récord, vientos huracanados, tornados e inundaciones costeras. Su impacto se sintió en casi la mitad de la población estadounidense, dejando a su paso más de 270 muertos y daños económicos por valor de 5.500 millones de dólares (equivalentes a 11.500 millones en 2022).
Génesis de un monstruo
La tormenta comenzó a formarse el 12 de marzo en el norte del Golfo de México, como una baja extratropical o ciclón invernal. Los modelos meteorológicos de la época, aunque menos avanzados que los actuales, detectaron una rápida intensificación, lo que presagiaba un evento de gran magnitud.
Impacto devastador
La tormenta tocó tierra en Florida y comenzó a moverse con furia hacia el norte, barriendo la costa este de Estados Unidos. Nevadas récord se registraron en varios estados, con una acumulación máxima de 142 cm en Mount LeConte, Tennessee. La cantidad de agua precipitada fue equivalente a 40 días del caudal del río Mississippi, lo que provocó inundaciones y daños materiales considerables.
Los vientos huracanados, con ráfagas de hasta 232 km/h, fueron responsables de la mayor parte de la destrucción. Se registraron al menos 15 tornados en Florida, mientras que una marejada ciclónica de 3,6 metros azotó el condado de Taylor, dejando un saldo de siete víctimas mortales.
Cuba también sufrió las consecuencias de la tormenta
Una vaguada prefrontal, asociada al sistema principal, barrió el archipiélago cubano de extremo a extremo. Los mayores daños se concentraron en las regiones occidental y central del país, con un impacto similar al de una tormenta similar ocurrida en 1983, también en el contexto del fenómeno El Niño.
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Lecciones aprendidas
La “Tormenta del Siglo” nos dejó una serie de lecciones valiosas sobre la importancia de la preparación ante eventos climáticos extremos. La información precisa y oportuna, proveniente de fuentes confiables como el Servicio Meteorológico Nacional y el Centro Nacional de Huracanes, es fundamental para tomar las medidas de precaución necesarias.
Contar con un refugio seguro, abastecerse de recursos básicos como alimentos, agua potable y suministros de primeros auxilios, y familiarizarse con los planes de emergencia locales son acciones esenciales para minimizar los riesgos y proteger a las comunidades.
Mirando hacia el futuro
La “Tormenta del Siglo” nos recuerda que la naturaleza puede desatar su furia en cualquier momento. No podemos evitar que estos eventos ocurran, pero sí podemos estar mejor preparados para enfrentarlos. La inversión en tecnología de predicción meteorológica, la educación pública sobre riesgos climáticos y la implementación de medidas de mitigación son esenciales para construir un futuro más resiliente.