El 25 de octubre, Guerrero, México, fue testigo de uno de los huracanes más intensos y devastadores en la historia reciente. El huracán Otis tocó tierra con una fuerza inigualable, registrando vientos máximos sostenidos de 270 km/h, superando incluso al infame huracán Patricia de 2015. Su rápida intensificación asombró a los meteorólogos y dejó una estela de destrucción a su paso.
El Servicio Meteorológico Nacional de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), en coordinación con el Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos, rastreó la formación de una depresión tropical en el Pacífico desde el domingo 22 de octubre. El 23 de octubre, Otis aún era una tormenta tropical a 605 kilómetros de Acapulco, sin indicios de convertirse en un huracán de categoría 5.
México anunciaba lluvias, pero no se habían encendido las alarmas. Los modelos y las imágenes de satélite no mostraban que el fenómeno se fortalecería de manera preocupante. El 24 de octubre, la CONAGUA informó que Otis se había intensificado a huracán categoría 4 y estimaba que llegaría a categoría 5 antes de impactar en las costas de Guerrero. Ese mismo día, un avión especializado en cazar huracanes de EE UU sobrevoló México y confirmó su rápida intensificación. Sin embargo, no se emitieron alertas tempranas.
Devastación Inminente y Magnitud del Caos: Impacto de Otis en Guerrero
A las 22:00 horas, la CONAGUA alertó en redes sociales: “Se prevé que el huracán impacte entre Acapulco y Tecpan de Galeana entre las 4 y 6 de la mañana”. Pero al cabo de unas horas, a las 0:25 de la madrugada del miércoles 25 de octubre, el huracán tocó tierra en las inmediaciones del puerto de Acapulco. Su poder arrasó la costa de Guerrero. Las autoridades anunciaron que se habían repartido unas 20,000 despensas y 200,000 litros de agua a una población que alcanza el millón de habitantes.
Copérnico, el Servicio de Gestión de Emergencias de la Unión Europea, mostró la magnitud del daño que Otis causó. Más de 580,000 personas resultaron damnificadas, y 7,170 hectáreas de construcciones resultaron afectadas. Además, 893 kilómetros de caminos quedaron dañados. Otis se extendió por más de 900 hectáreas en Acapulco, dejando una cicatriz de destrucción. Las zonas más afectadas por el huracán categoría 5 son: Caleta, Pie de la Cuesta, Bahía de Puerto Marqués y la Costera Miguel Alemán. El Aeropuerto de Acapulco sufrió graves daños, con 494 hectáreas destrozadas. Según Copérnico, desaparecieron 1,438 hectáreas habitables y 4,964 hectáreas de bosques, y se registraron más de 275,000 viviendas dañadas.
Costos Económicos del Cambio Climático: El Impacto de Eventos Extremos
Este trágico evento es un claro recordatorio de la creciente amenaza de fenómenos meteorológicos extremos debido al cambio climático. Científicos habían advertido previamente sobre el fenómeno de El Niño, que tiene un 55% de probabilidades de ser particularmente fuerte. Este cambio podría contribuir al aumento de la temperatura global por encima del umbral de calentamiento establecido por el Acuerdo de París de 1.5 grados centígrados.
Las consecuencias económicas de estos eventos extremos pueden ser devastadoras, afectando especialmente a los países tropicales de bajos ingresos. El Niño es una prueba de resistencia para un planeta que se calienta, ya que el cambio climático hace más intensas las olas de calor, los incendios forestales, las sequías y las precipitaciones extremas. Pero también es una oportunidad para que los gobiernos refuercen sus preparativos contra los fenómenos meteorológicos extremos.
A medida que enfrentamos la realidad de huracanes cada vez más intensos y rápidos, es esencial fortalecer nuestras capacidades de preparación y respuesta a eventos climáticos extremos. El caso del huracán Otis en Guerrero, México, destaca la importancia de anticiparse a estas amenazas y tomar medidas efectivas para mitigar los efectos del cambio climático en un mundo en constante cambio.