El peligro del “No creo que pase nada”, “Nunca pasa nada”, “No pasa nada”.

Estás tranquilo en la playa, tu hogar, en tu oficina. Te encuentras tranquilo, llega una notificación por parte del gobierno (Sinaproc), una tormenta tropical está formándose por el atlántico, lo común en estas épocas del año, continuas con tu semana normal, compras cinta gris para tapar tus ventanas. Los días pasan y va aumentando, colocas la cinta gris en tus ventanas para protegerlas, no piensas en comprar más cosas ya que al final “No creo que pase nada”, todos los años es lo mismo, te advierten sobre proteger tu casa pero todos los años es lo mismo y “Nunca pasa nada”. Días después te avisan que el huracán llegará en 2 días, es categoría 2, no es el más fuerte ni de lejos, aún así buscas protecciones más solidas, sin embargo, las personas que los pueden instalar no trabajan por el tiempo, es peligroso instalar ahora, esperas que “No pase nada”. Llegó el día y el huracán ingresa a las 5 de la mañana, su presión es lo suficientemente fuerte para romper tus ventanas, el agua que trae consigo es tanta que empieza a inundar tu casa, todos los que estaban adentro desgraciadamente ya no están. Resulta que “Si pasó algo”.

La realidad.

Lo anterior fue la realidad de muchas personas durante el huracán “Stan” en el 2005, no fue tan fuerte como “Wilma”, sin embargo eso no deja de lado su capacidad para dañar todo lo que estaba en su camino, profesionistas, madres, padres, vendedores, empresarios, estudiantes, etc. Fueron testigos de la calamidad, su fuerza, la indiscriminada destrucción y furia indivisible. Nadie estaba preparado, era lo más “común” que no escalara la situación.

Huracán Stan.

La vida cotidiana teniendo ese peligro constante.

Durante años, los huracanes y las tormentas tropicales han sido considerados como algunos de los desastres naturales más devastadores, principalmente por la pérdida de vidas como por el enorme impacto económico que dejan a su paso. Son fenómenos peligrosos por naturaleza, pero su mayor amenaza radica en lo impredecibles que pueden llegar a ser.

A pesar de los avances tecnológicos y los sistemas de alerta temprana como los proporcionados por entidades gubernamentales como Sinaproc, la percepción social y el comportamiento humano frente a estas amenazas muchas veces están marcados por la rutina y la confianza excesiva. Es común que, tras años de advertencias donde aparentemente “nunca pasa nada”, las personas comiencen a normalizar el riesgo. Compran cinta gris o canela, aseguran sus ventanas con soluciones temporales y continúan con su semana como si nada. Se escucha con frecuencia el pensamiento colectivo de “no creo que pase nada”, porque todos los años es lo mismo. Y ese es precisamente el mayor peligro.

Los huracanes y su impredecibilidad.

Los huracanes no siempre dan una segunda oportunidad. Lo que comienza como una tormenta tropical lejana puede transformarse en cuestión de días en una amenaza real. Pero cuando llega el momento crítico, ya es demasiado tarde. Las protecciones adecuadas no están listas, los profesionales no pueden trabajar por seguridad, y lo único que queda es la esperanza de que esta vez también “no pase nada”.

Pero a veces sí pasa. Llega el huracán con toda su fuerza, sus vientos rompen ventanas mal protegidas, el agua inunda hogares enteros y las pérdidas se vuelven irreparables. Lo que parecía una alerta más de rutina, termina siendo una tragedia. Es en ese momento, cuando la costumbre y la calma fueron malinterpretadas como seguridad y cotidianidad, es que finalmente entendemos que subestimar a la naturaleza tiene consecuencias.

Los huracanes seguirán sucediendo, las tormentas tropicales continuarán formándose, es nuestra preparación y respuesta lo que puede hacer la diferencia entre un desastre evitable y la pérdida inevitable. Por fortuna puedes protegerte, ya sea que quieras proteger tu hogar, departamento, hotel o propiedad comprando con nosotros mientras ves nuestras secciones correspondientes.

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